¿Es malo decretar o proclamar bendiciones para fin de año?

En el círculo evangélico, cada fin de año se caracteriza por las diferentes actividades que algunas congregaciones realizan para despedir el viejo y recibir el nuevo; unos con actos solemne y otros con servicios festivos.

En estas fechas también abundarán las críticas hacia aquellas congregaciones que hacen servicios donde proclamarán, decretarán y confesarán bendiciones para el siguiente año.

Algunos harán bosquejos bíblicos demostrando que estas prácticas son antibíblicas, dañinas y enfermizas. Se esforzarán por no nombrar directamente a las congregaciones y sus pastores, tratando de no ser tachados de juzgones, pero en su sarcasmo dañan la reputación de otros cristianos, hijos de Dios; contradiciendo así su intención de enseñar la sana doctrina.

Quienes critican estas acciones podrían también discutir si la acción de extender las manos hacia alguien cuando estamos orando no es sino una práctica de transferencia de energía, pues ¿qué sentido tiene extender las manos hacia alguien? Aun así, lo hacemos y no nos escandalizamos por ello.

Vamos a tener diferencias, y está bien. Vamos a no estar de acuerdo, y está bien. Ya he escrito sobre “Cómo criticar lo que no me parece” y te invito a leerlo también.

Pero…

¿Es malo decretar, proclamar o hacer confesiones?

La acción de decretar algo, según el diccionario es “Decisión de un gobernante o de una autoridad, o de un tribunal o juez, sobre la materia o negocio en que tengan competencia.” Y es aquí donde algunos dicen que solo Dios tiene la autoridad para hacer eso, de decretar sobre lo que viene.

Pero el acto en sí de decretar una bendición sobre el futuro de alguien o algunos, de declarar bendición futura o confesar alguna bendición sobre la congregación, y si se hace en el nombre de Jesús, no tiene nada de malo.

Quien no crea en la Palabra de Dios, que no la confiese, no la declare y no la comparta sobre los demás, pero quien sí la crea, que la confiese y la proclame.

Quien no crea tener la libertad para desearle a alguien bendición para el futuro, que no lo haga, pero juzgar las intenciones de quienes sí lo hacen, es arrogancia.

¿Ofendemos a Dios cuando hacemos una confesión o proclama de bendición?

No ofendemos a Dios si nos mantenemos en el marco bíblico de las Escrituras. Si declaramos “»“El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz”.”, ¿qué de malo hay en ello?

Podríamos ofender a Dios si decimos algo que no esté en la Biblia, si nos abrogamos una autoridad que no tenemos o si dejamos a un lado que todo lo que hacemos o decimos está gobernado por la voluntad de Dios.

Hay algunos que tienen una fijación especial contra la declaración de bendición y hacia la exaltación del sufrimiento. De esto también escribí en mi artículo “¿Qué es mejor, sufrir o gozar?”.

Así que, este fin de año, decretemos, proclamemos, declaremos o bendigamos. Pero hagamos algo. Solo no critiquemos.

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